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Es el tiempo de espera un reloj apaisado
que crece hasta el cielo nuboso ahora herido
por la garra incisiva que suena a esperanza.
El tiempo puede
tener los colores
que guste y quiera:
del clima, del ruido,
puede hacerse añicos en las cabezas sangrantes,
recomponerse
y volver a estrellarse
(y que luego el calor funda el cristal y lo reemplace
por figuras hermosas transparentes).
(c)
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