viernes, 23 de agosto de 2013

El día más inverosímil

El día más inverosímil, el pegaso levantó el vuelo para evitar la envestida del violento unicornio. Mirándole fijamente a los ojos mientras el salto, veía la rabia -alguno diría que era miedo- en sus grandes pupilas dilatadas, inyectadas de sangre.

El pegaso cabalgó las nubes, pesaroso. Miraba en su marcha al ya pequeño unicornio, ya diminuto, resignándose, pensando en el pasado..

-Pegaso, estoy hecho polvo.

-¿Que te parece si te hago un masaje con mis alas?

-¡Genial! Y tú, ¿quieres algo?

-Pues ahora que lo dices.

-¿Sí?- cómplice.

-Pensaba en la unicidad de tu cuerno.

-¿Sí?- suspicaz.

-Me gustaría probar su magia.

Ahí es cuando el unicornio relinchó y cuando cargó.

-¡Estrechaaaaaaaaaaa!

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